domingo, 1 de diciembre de 2024

Más que una maratón

Después de una pausa el año pasado en Valencia, decidí que desde 2024 en adelante participaría en la maratón de mi ciudad hasta que el proceso cambie, pues hay corredores que opinan que el actual sistema es injusto al dar preferencia en la inscripción a aquellos que participaron en la edición anterior, y quizá un sorteo, con un precio único, como suelen hacer por ejemplo en las Major u otras competiciones deportivas con gran participación (Quebrantahuesos, Travesía Tabarca, Penyagolosa Trails), es la opción que algunos considerarían como más justa. 


Estaba muy motivado en la puesta a punto para esta carrera, pues, aunque no tengo demasiado tiempo para poder prepararla como se debe para hacer un tiempo decente, después del rendimiento este año en Estados Unidos y Alemania, pensaba que con un poco de intensidad en los entrenamientos, podría acercarme a las 3h15'. Cuando tenía el tiempo calculado para poder dar ese salto de calidad en la preparación, llegó la fatídica dana, y con ella, un serie de acontecimientos que han detenido por completo la preparación hasta el punto de llegar incluso a dudar si podría participar en la carrera; he estado fuera de combate durante tres semanas en las que el objetivo principal ha sido intentar estar bien en mi día a día en el trabajo y la familia, e ir recuperándome de todos los males en forma de virus que, uno detrás de otro, han ido interrumpiendo mi vida deportiva últimamente.

Aunque por momentos parecía que la maratón podría haberse cancelado, finalmente sale adelante. Si no se hubiera hecho, lo habría entendido. Me guardaba la opción de Castellón bajo la manga por si acaso. Me despierto la mañana del día D con las mejores sensaciones de salud de las últimas tres semanas, lo que es buena señal, aunque carezca de preparación física. No sé cómo plantear la carrera con todo lo que he pasado. Decido seguir con el plan que tenía un mes atrás, salir a arriesgar e idear un ritmo de carrera que oscile alrededor de los 9'30'' cada dos kilómetros, con un +/- 10'' para no acelerarme demasiado aunque me encuentre bien, y tener una referencia para intentar correr por debajo de 5'00''/km.


Tras una salida muy emotiva que me hace saltar las lágrimas, inicio mi aventura hasta donde el cuerpo aguante al ritmo planeado. El doble paso por Blasco Ibáñez, con la familia al completo esperándome, hace que los primeros 18 kilómetros de carrera pasen casi sin darme cuenta. Estoy en tiempo. Las referencias siguen siendo buenas. Los tiempos de paso cada dos kilómetros se mantienen dentro de lo previsto. Cuando parece que las fuerzas empiezan a decaer, el hidrogel de Maurten proporciona ese aporte de energía especial que el cuerpo va asimilado a las mil maravillas.


El muro aparece en el km32, pero no es una consecuencia de haber gestionado mal la carrera, sino por haber llegado sin kilómetros al tramo final de la preparación. Sinceramente, para mi sorpresa, no esperaba que el fallo muscular apareciera tan tarde. Levanto el pie del acelerador, desaparece el ligero bagaje que llevaba acumulado hasta este punto y, sin piernas, empiezo a correr con la cabeza. Sigo tomando referencias cada dos kilómetros, ahora ya sí se hacen más largos, y estoy rodando pocos segundos por encima de 5'00''/km. Una lástima estas últimas semanas porque seguramente hubiese hecho una muy buena carrera. 

Entro en meta en 3h24'34'' (4'51''/km), con la sensación de haber consumido toda la energía que tenía disponible para esta carrera. Mejor no ha podido salir a pesar de los inconvenientes. Con la de hoy doy por cerrado un gran año deportivo con tres maratones por debajo de 3h30' y finisher de un medio Ironman. Llega el momento de mantener la forma con otras actividades y dejar aparcadas las competiciones hasta 2025.

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