lunes, 6 de junio de 2011

Extrememan Salou - Costa Daurada 226

A las 5 de la mañana comenzaba un largo día de deporte en el que se ponían a prueba los entrenamientos de los últimos cinco meses y medio. Una hora y media más tarde, aguardaba en el cajón de salida, junto a 400 valientes, los instantes previos al comienzo de la primera edición del Extrememan Salou - Costa Daurada 226.


Queda poco para empezar. Cierro los ojos y me dejo llevar por las notas musicales de la banda sonora de la película "requiem por un sueño" que en esos momentos se escucha en la playa. La concentración es máxima, la emoción de ser protagonista activo de un evento de este calibre insuperable, la ilusión de estar a segundos de vivir un sueño, algo dificilmente explicable con palabras... Un momento de silencio, y de repente una serie de cañonazos anuncian el comienzo de la prueba. Había comenzado mi primer ironman.


Hasta no hace mucho, la natación era mi punto débil en los triatlones, el sector donde con diferencia más tiempo perdía. Sin embargo, para este ironman el entrenamiento en el agua ha sido muy bueno, tanto en potencia como en la mejora del gesto técnico. Aun así, soy consciente que la gente que se presenta a eventos de este tipo va muy muy bien en este sector, de modo que lo más razonable es salir desde un poco más atrás y ligeramente escorado hacia el exterior del pelotón para evitar golpes o encontronazos que me dificulten las primeras brazadas.

Poco a poco se va estirando el grupo de participantes y ya la primera vuelta empieza a poner a cada uno en su sitio, a mi en particular bastante por delante de lo que me imaginaba. No pienso en las posiciones que voy ganando, tampoco me interesa cogerle los pies a los que me superan; se que llevo un ritmo bueno, mi ritmo, y así quiero ir hasta el final. Salgo del agua en 1h02'24'', pero no soy consciente del tiempo que he hecho porque no llevo el Timex conmigo. Solo cuando llego a boxes y veo que hay todavía unas tres cuartas partes de las bicicletas colgadas me hace pensar durante unos segundos que he ido bastante bien en la natación, pero queda todavía mucho por delante y esto tiene seguir...


Casco, guantes, maillot, coulotte... Empieza la segunda parte del triatlon, la más espectacular, la más dura, la que hace del Extrememan uno de los ironman más singulares del calendario, con una única vuelta de 180 kilómetros por algunos de los parajes más bonitos de Tarragona, el Priorat y el Baix Camp. Salimos desde Salou por carrereteras bastante buenas que poco a poco y casi sin darnos cuenta nos van haciendo ganar altura hasta llegar a Vilaplana. Llevamos 35 kilómetros, nos encontramos a 340m sobre el nivel del mar, a los pies del primer gran puerto del día: la Mussara, con 10 interminables kilómetros llenos de curvas con una pendiente media del 5,8%. Una vez en el techo del perfil ciclista, a casi 1000 metros sobre el nivel del mar, se suceden tramos llanos y de bajada con algún pequeño repechón que se puede pasar sin demasiados problemas, hasta llegar a la localidad de Vilella Baixa, donde se encuentra el km 80. A partir de entonces y durante los siguientes 70 kilómetros se suceden los toboganes arriba y abajo en un recorrido rompepiernas con dos duros puertos de 6 kilómetros (Coll de la Figuera y Coll Roig), con desniveles máximos del 7% y 8%, además de innumerables repechones de uno o dos kilómetros que no daban tregua a las piernas para recuperarse del esfuerzo anterior. Llevo 150 kilómetros, paso por Montbrió del Camp, solo me quedan 30 kilómetros, pero voy en contra de un viento mantenido que no me permite llevar una buena velocidad aun a pesar de ir llaneando. Además, no me queda ni una gota de energía en las piernas, y esto es lo que más me preocupa, porque en breve voy a tener que correr una maratón.


Siete horas y cuarto después de dar mi primera pedalada, llego a Salou de nuevo, casi a las tres de la tarde, con la incógnita de saber hasta dónde podrán llegar mis fuerzas y con la satisfacción de ver superada la parte más dura del Extrememan.

Segunda transición: zapatillas, equipaje de atletismo de la Universidad de Valencia de las grandes citas, un gel para el cuerpo, y a echar millas. Puede que sea porque es en la carrera en el sector que más cómodo me encuentro, porque durante casi todo el recorrido estábamos acompañados de una gran cantidad de espectadores que se hacían notar con sus ánimos allá por donde pasábamos, o porque es verdad que el gel hace milagros, pero la cuestión es que desde los primeros metros del primer kilómetro me veía bastante recuperado del esfuerzo del segmento ciclista. Cada dos kilómetros tomo referencias, llevo un ritmo bueno, quizás un poco más alto del que debiera, pero me siento bien, muy bien. Segunda pulsera, segunda de las cuatro vueltas que había que dar al circuito de carrera a pie. Un par de kilómetros más adelante de la media maratón me empiezo a encontrar mal, me duele el estómago muy seguramente a causa de las naranjas que he comido, y tengo que hacer una parada obligada. Cuando me reincorporo a la competición ya no me acompañan las mismas sensaciones que llevaba hasta la primera mitad de carrera, pero decido no bajar la guardia, pues me encuentro en el tramo donde más espectadores se amontonan para ver la carrera y decido que los ánimos vayan moviendo unas piernas que en ese momento me duelen por todas partes. Nos apartamos del paseo marítimo, desaparece la playa y con ella el calor de la gente. No puedo más!! Estaba en el kilómetro 25 y ya no podía más. Decido caminar al tiempo que por la cabeza se me ocurren entradas que escribir en el blog como: "demasiado ironman para un debutante" o "el Extrememan pudo conmigo". No estoy acostumbrado a tener que caminar en una carrera; es la primera vez en mi vida que tengo que hacerlo, pero se trata de una decisión acertada e inteligente.

La estrategia va a ser dar un 'paseo' de cuatro kilómetros hasta el km30 y otra vez a correr. Me vuelvo a animar, ya que en un momento de flaqueza como el que estaba atravesando, me he marcado un objetivo que me va a hacer terminar como un campeón. Vuelvo a estar fuerte mentalmente y se que en cuatro kilómetros voy a recuperar la energía necesaria para terminar esta competición como se merece. Cuando paso por el kilómetro 29 decido que ya está bien, que no me voy a esperar hasta el 30. Me tomo el último gel que me quedaba y como las espinacas en Popeye, me lleno de una fuerza milagrosa. Ya no miro el crono, me muevo por sensaciones, que son muy buenas, por cierto. Tercera pulsera y ya solo quedan 10,5 kilómetros, una vuelta para la gloria, para ponerle el broche de oro a un proyecto de tres años desde aquel primer triatlón sprint de El Perelló-Sueca. La gente cada vez empuja más, y mi cuerpo asimila todos esos ánimos convirtiéndolos en una energía que ni siguiera los geles pueden proporcionar. Kilómetro 40: "Esto está hecho Rafeta". A falta de público me autoanimo, estoy a punto de entrar de nuevo en el tramo con más gente en una recta que me va a llevar hasta la línea de meta. Kilómetro 42; quedan 200m para terminar. La organización ha previsto una llegada en forma de "U" para que espectadores, familiares y, como no, competidores, puedan saborear los últimos metros de una prueba épica. Veo a mi hermano y a mi madre y pienso que ellos también se merecen tener el calificativo de ironmans por los madrugones, por aguantar tantas horas de angustia sin saber nada de mi, por transmitirme la fuerza que en ocasiones necesito para continuar. Me he sentido arropado allá por donde he pasado, y eso me ha ayudado mucho durante toda la maratón. Piso la alfombra amarilla. La gente se acumula en los últimos metros. Aplausos, animos, música, la spiker anunciando la llegada de un nuevo triatleta... Soy yo!! No pienso en nada, simplemente disfruto mis últimos 50 metros, pienso que estoy a pocas zancadas de conseguirlo. Soy feliz; voy a cumpir un sueño. Cruzo el arco de meta después de 4h21'12'' de maratón con un tiempo para el conjunto del triatlón de 12h51'35''. Pienso que todos los meses de entrenamiento han valido la pena para vivir una experiencia como esta, que todas las horas de carrera, de bicicleta y de nado han dado sus frutos... Soy finisher en un ironman!!


Todavia no me lo creo, no soy capaz de asimilar lo que he conseguido hacer... Supongo que deberá pasar un poco de tiempo, algunos días para poco a poco ir procesando la gran cantidad de sensaciones, recuerdos y anécdotas que me ha dejado la que a día de hoy ha pasado a convertirse en la prueba deportiva más espectacular y salvaje que he hecho en mi vida. No creo que sea la última vez que me embarque en una aventura de estas características, pero de lo que sí estoy seguro es que para que llegue ese momento deberá pasa una larga temporada, pues quiero dedicar los próximos años a correr algunas de las maratones más importantes de Europa y del mundo. Ahí queda eso...

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