Poco a poco se va estirando el grupo de participantes y ya la primera vuelta empieza a poner a cada uno en su sitio, a mi en particular bastante por delante de lo que me imaginaba. No pienso en las posiciones que voy ganando, tampoco me interesa cogerle los pies a los que me superan; se que llevo un ritmo bueno, mi ritmo, y así quiero ir hasta el final. Salgo del agua en 1h02'24'', pero no soy consciente del tiempo que he hecho porque no llevo el Timex conmigo. Solo cuando llego a boxes y veo que hay todavía unas tres cuartas partes de las bicicletas colgadas me hace pensar durante unos segundos que he ido bastante bien en la natación, pero queda todavía mucho por delante y esto tiene seguir...
Siete horas y cuarto después de dar mi primera pedalada, llego a Salou de nuevo, casi a las tres de la tarde, con la incógnita de saber hasta dónde podrán llegar mis fuerzas y con la satisfacción de ver superada la parte más dura del Extrememan.
Segunda transición: zapatillas, equipaje de atletismo de la Universidad de Valencia de las grandes citas, un gel para el cuerpo, y a echar millas. Puede que sea porque es en la carrera en el sector que más cómodo me encuentro, porque durante casi todo el recorrido estábamos acompañados de una gran cantidad de espectadores que se hacían notar con sus ánimos allá por donde pasábamos, o porque es verdad que el gel hace milagros, pero la cuestión es que desde los primeros metros del primer kilómetro me veía bastante recuperado del esfuerzo del segmento ciclista. Cada dos kilómetros tomo referencias, llevo un ritmo bueno, quizás un poco más alto del que debiera, pero me siento bien, muy bien. Segunda pulsera, segunda de las cuatro vueltas que había que dar al circuito de carrera a pie. Un par de kilómetros más adelante de la media maratón me empiezo a encontrar mal, me duele el estómago muy seguramente a causa de las naranjas que he comido, y tengo que hacer una parada obligada. Cuando me reincorporo a la competición ya no me acompañan las mismas sensaciones que llevaba hasta la primera mitad de carrera, pero decido no bajar la guardia, pues me encuentro en el tramo donde más espectadores se amontonan para ver la carrera y decido que los ánimos vayan moviendo unas piernas que en ese momento me duelen por todas partes. Nos apartamos del paseo marítimo, desaparece la playa y con ella el calor de la gente. No puedo más!! Estaba en el kilómetro 25 y ya no podía más. Decido caminar al tiempo que por la cabeza se me ocurren entradas que escribir en el blog como: "demasiado ironman para un debutante" o "el Extrememan pudo conmigo". No estoy acostumbrado a tener que caminar en una carrera; es la primera vez en mi vida que tengo que hacerlo, pero se trata de una decisión acertada e inteligente.
La estrategia va a ser dar un 'paseo' de cuatro kilómetros hasta el km30 y otra vez a correr. Me vuelvo a animar, ya que en un momento de flaqueza como el que estaba atravesando, me he marcado un objetivo que me va a hacer terminar como un campeón. Vuelvo a estar fuerte mentalmente y se que en cuatro kilómetros voy a recuperar la energía necesaria para terminar esta competición como se merece. Cuando paso por el kilómetro 29 decido que ya está bien, que no me voy a esperar hasta el 30. Me tomo el último gel que me quedaba y como las espinacas en Popeye, me lleno de una fuerza milagrosa. Ya no miro el crono, me muevo por sensaciones, que son muy buenas, por cierto. Tercera pulsera y ya solo quedan 10,5 kilómetros, una vuelta para la gloria, para ponerle el broche de oro a un proyecto de tres años desde aquel primer triatlón sprint de El Perelló-Sueca. La gente cada vez empuja más, y mi cuerpo asimila todos esos ánimos convirtiéndolos en una energía que ni siguiera los geles pueden proporcionar. Kilómetro 40: "Esto está hecho Rafeta". A falta de público me autoanimo, estoy a punto de entrar de nuevo en el tramo con más gente en una recta que me va a llevar hasta la línea de meta. Kilómetro 42; quedan 200m para terminar. La organización ha previsto una llegada en forma de "U" para que espectadores, familiares y, como no, competidores, puedan saborear los últimos metros de una prueba épica. Veo a mi hermano y a mi madre y pienso que ellos también se merecen tener el calificativo de ironmans por los madrugones, por aguantar tantas horas de angustia sin saber nada de mi, por transmitirme la fuerza que en ocasiones necesito para continuar. Me he sentido arropado allá por donde he pasado, y eso me ha ayudado mucho durante toda la maratón. Piso la alfombra amarilla. La gente se acumula en los últimos metros. Aplausos, animos, música, la spiker anunciando la llegada de un nuevo triatleta... Soy yo!! No pienso en nada, simplemente disfruto mis últimos 50 metros, pienso que estoy a pocas zancadas de conseguirlo. Soy feliz; voy a cumpir un sueño. Cruzo el arco de meta después de 4h21'12'' de maratón con un tiempo para el conjunto del triatlón de 12h51'35''. Pienso que todos los meses de entrenamiento han valido la pena para vivir una experiencia como esta, que todas las horas de carrera, de bicicleta y de nado han dado sus frutos... Soy finisher en un ironman!!
Todavia no me lo creo, no soy capaz de asimilar lo que he conseguido hacer... Supongo que deberá pasar un poco de tiempo, algunos días para poco a poco ir procesando la gran cantidad de sensaciones, recuerdos y anécdotas que me ha dejado la que a día de hoy ha pasado a convertirse en la prueba deportiva más espectacular y salvaje que he hecho en mi vida. No creo que sea la última vez que me embarque en una aventura de estas características, pero de lo que sí estoy seguro es que para que llegue ese momento deberá pasa una larga temporada, pues quiero dedicar los próximos años a correr algunas de las maratones más importantes de Europa y del mundo. Ahí queda eso...
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