domingo, 16 de noviembre de 2014

La maratón de los arcángeles

Estoy en casa, recostado sobre la cama de mi habitación y con las piernas tan doloridas que no se si voy a tener ganas de moverme en toda la tarde. Piernas doloridas, si, pero con una gran sonrisa en la cara y una fantástica sensación en el cuerpo, ya que se trata de un dolor sano, los efectos secundarios posteriores de haber logrado superar un nuevo desafío en el que todo ha salido a pedir de boca.


Con la maratón de Valencia doy por oficializado el continente europeo, el quinto continente. Ha sido una carrera especial porque aunque corría en casa, esta vez era un deporturista (turista y deportista a la vez) que venía de un país lejano, porque la metereología nos ha ofrecido una de sus mejores versiones en el mes de noviembre, porque han sido muchos los amigos que han respondido a mi llamada, se han dejado ver por distintos puntos del recorrido y serán parte importante del recuerdo audiovisual que en breve empezaré a montar, y porque he tenido la oportunidad de compartir esta fantástica aventura de principio a fin con mi gran amigo Miguel. 

Miguel, que ya en el km5 estaba pensando en abandonar el barco en un momento de debilidad que se ha prolongado hasta aproximadamente el km12-15, pero que con el paso de los kilómetros cada vez se ha ido haciendo más y más fuerte. Tan fuerte lo he visto que a partir del ecuador de la carrera lo he lanzado hacia adelante hasta hacer en la segunda mitad  un parcial de 1h51'29'', casi diez minutos más rápido que la primera media maratón (1h59'18''), así de sencillo.

Si conseguir por uno mismo un buen registro es una sensación gratificante, ayudar a un amigo a conseguirlo es doblemente satisfactorio. A día de hoy me siento muy orgulloso de haber visto como Miguel superaba una dura batalla psicológica que lo tenía al borde del abandono, y que sorprendentemente ha supuesto la consecución su nueva mejor marca personal, que de momento se queda en 3h50'47''' (5'28''/km).


Siempre he sido bastante crítico con la maratón de Valencia, todavía lo sigo siendo, pero son tantas las buenas sensaciones que tengo ahora mismo en el cuerpo, que no tengo espacio para las deficiencias que para mi gusto ha tenido y sigue teniendo este evento, especialmente con los atletas populares.


Ahora es momento de dar un pequeño y merecido descanso a las piernas, aprovechar los días que quedan en casa, y nadamás regrese a Lituania, empezar a prepararme para el sexto continente, que ya está a la vuelta de la esquina.

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