domingo, 21 de abril de 2024

Half IronMan, Full IronDad

Después de terminar el Ironman de Vitoria tenía claras dos cosas: la primera era que ya no volvería a hacer un full distance, y la segunda era que cuando en algún momento volviesen a hacer un half en Valencia, esa sería mi despedida en la distancia. Para mi sorpresa, a finales del año pasado, Ironman anunciaba el lanzamiento del primer half distance de la franquicia en casa, con una puesta de escena espectacular, que reuniría en una misma prueba buena parte del trazado de dos de los eventos con más tradición de la ciudad: la travesía al Puerto y la Marcha Cicloturista de Valencia. Como colofón final y gran novedad, una media maratón en un recorrido a dos vueltas en el Antiguo Cauce del Río Turia, con meta en el corazón de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, pondría la guinda a un pastel que cada vez más estaba más convencido no quería dejar de probar en su puesta de largo.


Yo, que siempre he tenido que salir de mi ciudad para poder competir en estas distancias (Ibiza, Salou, Gandía, L'Ampolla, Almassora, Peñíscola, Oropesa y Vitoria), veía como Ironman se decidía a traer su caravana a mi tierra. ¿Cómo iba a perderme esta oportunidad? Sé que no estoy ni de lejos en mi mejor momento para entrar en una competición de este tipo, pero, ¿por qué no plantearse la prueba como una retirada en el mejor de los escenarios, sin prestar demasiada importancia al rendimiento o al crono final? Para este evento, a diferencia de todos los anteriores, no es necesario desplazarse fuera de la ciudad. No necesito alojarme en ningún hotel. La decisión está tomada. Sólo falta encontrar la manera de encajar un Half IronMan en un estilo de vida Full IronDad.

La carrera a pie es con diferencia la disciplina que menos me preocupa, pero la natación y, especialmente, la bicicleta, son toda una incógnita. En los últimos cinco meses he completado tres maratones con un rendimiento fuera de lo normal para el poco tiempo que les he dedicado y la escasa calidad de los entrenamientos. Para preparar el sector de natación he estado durante dos meses en una piscina, en sesiones que no pasaban de 2000 metros. El sector ciclista ha quedado reducido a una pocas sesiones de spinning, tal vez una decena, de las que las de mayor duración no superaron una hora. La falta de tiempo ha sido el elemento clave de una preparación que se ha quedado muy corta. Se hará lo que se pueda.


Y así llegamos al día en que el calendario lleva la fecha marcada en rojo, con una M de color rojo adornada con un punto en su parte superior. Decido, con el criterio de los últimos tests en la piscina, entrar en el cajón de 30'. Salida roll start. Se agradece el neopreno en la toma de contacto con el agua de la Marina, pero no se cómo va a responder ya que no he podido probarlo antes; eso sí, aunque ha costado, al menos he podido entrar. Tal vez porque me estira mucho el neopreno en la zona de los hombros y no me permite dibujar las brazadas como acostumbro, tal vez porque me estoy llevando algún que otro golpe, tal vez un poco de todo, no voy tan ligero como esperaba. En otras ocasiones, hubiera buscado unos buenos pies que me ayudaran a llevar un ritmo alegre, pero eso era otra época. Decido abrirme un poco del pelotón y nadar a mi aire, sin presión. El tiempo del sector refleja mis sensaciones (35'24''; a 1'51''/100m), muy lejos de mis testeos y aun más lejos de mis marcas en condiciones óptimas de entrenamiento.

Salgo del Tinglado 2, donde está ubicada la T1, sobre ruedas. La bicicleta, que no he tocado desde Vitoria, hace casi dos años, podría decirse que es nueva. Después de varios cambios, ha dejado de ser una cabra, pues ya no tiene aerobars, para convertirse en una flaca convencional. En el tramo en llano y cuesta arriba hasta la parte alta del recorrido (km37), pierdo pocas posiciones para el nivel general que me rodea, pero es sobre todo cuando la carretera se inclina hacia abajo cuando caigo de manera estrepitosa en la clasificación; casi 200 posiciones. Me pasan por todas partes. El terreno vuelve a ser llano a partir del km57, donde mejor me desenvuelvo, pero ya no tengo la chispa del primer tercio del sector. Faltan unos 20km hasta poner pie en tierra y ya no me quedan piernas. Entramos a Valencia por Campanar y, siguiendo toda la Ronda Sur, llegamos hasta la T2, donde cuelgo la bicicleta después de casi tres horas a 31.17km/h de media del sector al que más respeto tenía. Ahora viene lo mío. Zapatillas, dorsal al frente y a disfrutar, que esto se está acabando. 

El ambiente es increíble en el Turia. Hay espectadores por todo el recorrido que animan en una gran variedad de idiomas. Yo estoy ansioso de escuchar el apoyo de mi hinchada. Ya los veo. Mi familia al completo está ahí, viéndome competir en casa, cerrando un período de cinco triatlones de media y tres de larga distancia desde 2016. Soy feliz. Hago cálculos rápidos y sé que voy bastante por encima de 5 horas aun haciendo buena carrera a pie. No dudo un momento en pararme y dar un gran abrazo a mi pequeño guerrero. Ginvile y mi madre me han visto en otras batallas, pero esta es la primera vez que Edgar me ve competir como triatleta. Se me está haciendo corto el sector. No llevo las referencias bajo control, pero por la cuenta de la vieja, creo que estoy en ritmos similares a los de mis mejores halfs. Cruzo la meta con un parcial de 1h37'17'' (4'38''/km) en la carrera a pie y un acumulado de 5h14'05'' para el total de la prueba. Mi peor registro, sí, pero con la satisfacción de haber hecho una carrera lo más dignamente posible que mi estilo de vida me ha permitido a día de hoy.


Ahora es momento de seguir disfrutando con las maratones, que son pruebas con menos exigencia logística, más sencillas de gestionar con el tiempo disponible y con más facilidad a nivel general para que la familia podamos combinar nuestras dos grandes pasiones: los viajes y el deporte.

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