domingo, 10 de diciembre de 2023

Bodas de Plata Maratonianas

A Gran Canaria fui con un plan improvisado, una escapada deportiva que entró a última hora en el calendario. La maratón de Málaga sí la tenía programada. Aquí venía el equipo al completo y la logística debía cuidarse al detalle, sobre todo pensando en el confort del pequeño de la expedición: selección de asientos en el avión, Uber para los desplazamientos largos, alojamiento céntrico con parques infantiles en los alrededores y a poca distancia del recorrido de la maratón.

Como de costumbre, Edgar toca corneta a las 5:15h de la mañana. Él es el metrónomo de nuestro ritmo de vida en estos momentos. Las horas previas a la carrera son muy distintas de lo que solían ser. Ahora hay pañales, juguetes, dibujos animados. Calculo el tiempo para no ir demasiado apurado y llegar al cajón de salida con algo de margen antes que de comienzo la carrera. No son las condiciones óptimas, pero no he venido a la capital de la Costal del Sol con la intención de ser competitivo; tampoco sé cómo van a responder las piernas sólo tres semanas después de la maratón de Maspalomas.



8:30h. Box 6. A mi lado está el práctico de las 3h45'. Desde la salida oficial hasta que paso por el arco han pasado casi cinco minutos. Estoy rodeado de demasiada gente que parece en baja forma física. ¿Puede que me equivocara al indicar el tiempo previsto? No lo sé, pero me está costando correr más de lo que esperaba. No hay apenas ritmo. Por suerte, y con buena intuición, la organización ha cortado grandes avenidas en estos primeros kilómetros de carrera. Busco huecos para intentar ir dejando atrás la gran multitud que se va moviendo como un inmenso rebaño. Desde el apartamento, en una de esas casualidades de la vida, cuando Ginvile accede a la APP oficial, que tiene enlace a la retransmisión en directo de la TV, justo en ese momento, entre casi 10.000 participantes, me ve avanzar posiciones por uno de los laterales de la salida. 

Poco a poco voy ganando terreno al gran grupo. Llegamos a la zona de la playa, que nos va a llevar desde Huelín, pasando por la zona portuaria y a lo largo de la playa de la Malagueta, hasta el Arroyo Jaboneras, donde el recorrido hace una herradura para volver hacia el centro de la ciudad. Estamos en el km17. Empiezo a correr con espacio suficiente y, sobre todo, me doy cuenta, sólo en este momento, que estamos en carrera tanto los participantes de la media como los de la maratón entera. Hemos empezado todos al mismo tiempo desde el mismo lugar, y ese es el motivo principal por el que la salida había sido tan masificada.

Todos los parciales van quedando holgadamente por debajo de los 5'/km. En el km21 se bifurca la carrera, y ya nos quedamos los cerca de 4.000 participantes que estamos tomando parte en la 42k. Estoy muy metido en la carrera, concentrado en el ritmo, disfrutando de las vistas de una ciudad que nunca antes había visitado en este tour turístico que me he regalado para mi vigésimo-quinta maratón. Rafa!! Es Ginvile quien llama mi atención y me hace bajar de mi nube. Édgar ha tenido tiempo de dormir su siesta matutina y con la mami se han acercado hasta el km22 para darme la gran sorpresa de la mañana. No he podido evitar detener la marcha para un besito esquimal. Que alegría por favor!! No me esperaba para nada ver al equipo en este momento. Si estaba con buenas sensaciones, ahora estoy pletórico; parece que haya acabado de empezar a correr y queda menos del ecuador de la carrera.

Ya desde el Paseo Antonio Machado puedo ver a lo lejos el grupo de las 3h30'. No tengo prisa por alcanzarlos. Sé que al ritmo que voy, es cuestión de tiempo llegar a su altura. Pienso que cuando contacte con ellos, me quedaré a resguardo hasta el final, ya que llevo renta suficiente para un nuevo sub3h30'. Qué bonito detalle hacer entrar la carrera por las pistas de atletismo del Estadio Ciudad de Málaga. Tras rodear el Palacio de Deportes Martín Carpena, me sitúo a cola del grupo que va liderando el práctico. No tardo demasiado en darme cuenta que llevo mucho más ritmo y en poco más de un kilómetro, continúo mi aventura en solitario. El Polar sigue marcando parciales inferiores a 5'/km. Sin duda, salvo hecatombe, voy a hacer de nuevo un gran registro.

Vuelvo a encontrarme con la familia en el km41, cerca del alojamiento, pero esta vez voy lanzado cuesta abajo y Edgar apenas tiene tiempo de recrearse con daddy como en la primera ocasión. A pesar de estar cerca de Navidad y de ser una de las zonas más transitadas del centro, la carrera atraviesa de parte a parte la calle Larios. Los Ángeles Celestiales, que en ese momento están viendo cómo miles de atletas están a punto de lograr su objetivo, al anochecer brillarán con su espectáculo de luces y música, atrayendo locales y turistas desplazados a la ciudad.

Detengo el crono en un tiempo de 3h24'28'' (4'50''/km). Es increíble el rendimiento y estado de forma alcanzado con un entrenamiento sin apenas volumen, sin tiradas largas, sin series. Cuando cruzo la línea de meta, termina mi tiempo como atleta, dejo aparcadas en la memoria las buenas sensaciones que me ha dejado esta carrera y vuelvo a mi rol de papá de familia: pañales, juguetes, dibujos animados. 

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