Son las 8 de la mañana. Llego a la salida a falta de diez minutos para empezar. No tengo estrategia de carrera, pero de lo que sí voy sobrado es de gasolina para afrontar esta maratón; después de tres atracones en el buffet del hotel en el día de ayer tengo carbohidratos hasta en los cordones de las zapatillas. Por lo demás, espero no sufrir tanto como el año pasado en Valencia, cuando bajé a la arena con los puesto y recibí cornadas por todas partes.
El recorrido consiste en dos vueltas de 21km, la mayoría de los cuales transcurre por zonas alejadas de la playa, poco concurridas, con escasa animación e interminables zig-zags. Entramos en las cuidadísimas instalaciones de Maspalomas Golf. El camino asfaltado está habilitado para que circule con mucha pericia para no salirse un buggy, vamos, que no cabemos más de dos atletas en paralelo. Hacía tiempo que no participaba en una maratón que puede permitirse un itinerario por lugares tan estrechos, pues somos sólo unos 1000 participantes entre la categoría individual y por relevos. Por momentos hay que andarse con mucho cuidado de no tropezar. Una caída en este tramo con un grupo tan numeroso supondría arrastrar a mucha gente al suelo. De cara a la segunda vuelta, pienso que lo mejor será dejar escapar el grupo y quedarme algo más rezagado. Aunque sigue aguantando, la cabeza sigue convencida que no es día de ser competitivo, que el crono es lo de menos.
Cuando salimos del campo de golf, en los siguientes kilómetros, cuento hasta cuatro caídas que por poco se me llevan por delante. Decido que ya está bien de arriesgar y seguir bailando al ritmo de unos prácticos que no me están gustando nada cómo están gestionando la carrera, sin una velocidad uniforme y haciendo la goma demasiado a menudo. Estoy en el km18, a la altura del Palacio de Congresos. Aprovechando el paso de un avituallamiento, mientras el grupo casi ha detenido la marcha para hidratarse, yo subo dos puntos la velocidad e inicio mi aventura en solitario. No sé cómo me va a salir la jugada, pero con una temperatura similar a la del día anterior, calculo que cuanto menos tiempo esté en carrera, menos me va a castigar un sol que en breve va a empezar a pasar factura cada vez más, llevando los termómetros hasta rozar los 30 grados en el sur de la isla.
Los parciales que va marcando el Polar van quedando todos por debajo de 5'/km, la APP de la prueba con la que desde Valencia Ginvile y Edgar están siguiendo mi aventura, les va indicando que daddy está fuerte, que está haciendo una carrera bastante competitiva para el entrenamiento de los últimos meses, con una escalada progresiva de casi 100 posiciones en la clasificación desde que tomara la salida y una opción cada vez más real de conseguir un nuevo sub3h30'.
El último kilómetro a lo largo del paseo de las Meloneras hasta el faro, donde está ubicada la línea de meta, es con diferencia el tramo que más espectadores acumula. Aumento un punto más la velocidad para no compartir la foto de llegada junto a otro corredor que está cerca de mi. Termino la maratón más septentrional de Europa en un tiempo total de 3h26'33'' (4'53''/km). Con la confianza y la forma física recuperadas muchos meses después, pongo el punto y final a esta mini escapada deportiva que tan buenas sensaciones me ha dejado, y que me va a permitir afrontar con más optimismo los siguientes retos que tengo en mente hasta final de año y para 2024.
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