domingo, 27 de febrero de 2022

Una maratón con motor diésel

Aproximadamente un mes tardé en recuperarme de la lesión que sufrí en la maratón de Valencia, una lesión que resultó ser en la musculatura del gemelo y no en el tendón de Aquiles, como en un principio pensaba. 

Con el objetivo de no sobrecargar las piernas con demasiados kilómetros de carrera a pie, para preparar Castellón diseñé un planning con mucho entrenamiento cruzado, especialmente  con sesiones de natación  y ciclismo indoor. Desde el momento que dejé atrás la lesión y empecé a recuperar sensaciones y confianza para volver a correr, pensé que era buen momento para poner en práctica un método de entrenamiento diésel, sin series, ritmos altos ni progresiones. La duración de la actividad y la frecuencia cardiaca al límite de la capacidad aeróbica durante el desarrollo de la misma iban a ser los parámetros de referencia.

Tercera participación en esta maratón. Me vienen a la cabeza recuerdos de la primera vez, ya hace 9 años, cuando con un sistema de entrenamiento de la vieja escuela, detuve el crono en 3h07'. Hace 15 minutos ha iniciado el 10k. Estoy en el cajón azul, sub3h30. La organización ha tenido buen gusto a la hora de elegir el tema previo a la salida, Warriors of the world, de Manowar. En su día fue la canción que escogí para la edición del vídeo del Ironman de Salou. Detrás de la máscara, que sigue siendo obligatoria antes de la carrera, estoy cantando las estrofas que todavía recuerdo. El pistoletazo de salida me devuelve a la realidad.

El plan de carrera consiste en moverse entre 9'30" y 9'40" cada 2km. Castellón nunca defrauda y, por suerte para los atletas populares, sigue con su esencia de siempre: fantástica ambientación con grupos y bandas de música y danzas locales, batucadas, gente que te anima por tu nombre. Ginvile me acompaña en el km7, 12 y 14. Voy bien, marcando casi todos los tiempos dentro del rango, con algunos segundos acumulados de bonus.

Llega el momento de la verdad. Abandonamos la ciudad para dirigirnos al Grau. Apenas algún espectador se ha acercado a la Avenida del Mar. El sonido ambiente queda reducido al golpeteo de las zapatillas contra el asfalto. Estoy en tierra de nadie, entre un grupo que, aprovechando la bajada, ha acelerado el ritmo y me ha dejado atrás, y el gran grupo que va con el práctico de las 3h30'. No me preocupa. Este es el ritmo para el que he estado entrenando las últimas 10 semanas, diésel, uniforme. Queda mucha carrera por delante y al final una maratón pone siempre a cada uno en su sitio. No tengo prisa ni ganas que me saquen de punto.

Como había planeado, aprovecho las estaciones de avituallamiento especiales en el km20, 25, 30 y 35 para proveerme de geles que iré consumiendo cada 3km. El regreso a Castellón desde el Grau es muy duro tanto mental como físicamente.  Algunos corredores empiezan a sufrir el castigo continuo de una ligera pero prolongada subida de más de 10km que parece que nunca va a terminar.

El ambiente y la música están de vuelta, los ánimos de la gente en general y de Ginvile en particular. Callejeamos por el centro de la ciudad a lo largo de calles estrechas que poco a poco nos van acercando al Parque Ribalta. Aunque he tenido algún momento crítico a partir del km30, he conseguido mantenerme casi en todo momento dentro de los tiempos que había planeado para la carrera. Entro en meta en 3h22'02" (4'47"/km). Estoy muy contento con el experimento porque con una preparación más cercana al triatlón de larga distancia que a una carrera en ruta, he conseguido un rendimiento similar al de un planning específico de sólo correr. Este es el camino a seguir en la estrategia de carrera para el gran reto de este año.

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