domingo, 5 de diciembre de 2021

La debilidad de Aquiles

Después que en 2020 las restricciones Covid hicieran de la maratón de Valencia un evento exclusivo para los élite en su 40 aniversario, la ilusión es máxima para esta edición. Con la inercia de la maratón de Londres y un planning semanal con tres días de carrera a pie, dos sesiones de natación, dos de gimnasio y alguna salida con MTB, siento que he hecho los deberes bastante bien para intentar lograr un nuevo sub3h30'.



Según avanzaban las previsiones meteorológicas, la mañana sale muy ventosa. Quizá por error de la organización al asignarme el dorsal, o mío al indicar el tiempo previsto, tengo la salida en la tercera oleada, los inscritos para sub3h45'. No pasa nada. Me sitúo muy cerca de la primera línea, de modo que cuando da comienzo mi maratón puedo correr a mi ritmo sin que me entorpezcan ni molestar a nadie. En unos pocos metros me doy cuenta que el error se ha convertido en un gran acierto. 

La calle está muy despejada. La segunda oleada (sub3h30') ha salido quince minutos antes y somos pocos los corredores que vamos a un ritmo bastante más vivo que el color con el que hemos sido identificados (dorsal azul). Como casi siempre, voy tomando referencias cada 2km con la idea que los tiempos queden entre 9' y 9'20".  Voy muy cómodo en estos ritmos aunque esto solo acaba de empezar. El viento se nota pero no molesta tanto como pensaba. El ambiente es fantástico. ¡Qué ganas tenía de volver a recorrer Valencia como parte activa de su evento deportivo estrella!

Al pasar el ecuador de la carrera, el rango de tiempo va acercándose cada vez más a 9'20", pero no hay nada de que preocuparse. La energía no decae más de lo esperado; el Powerade y los suplementos energéticos Enervit de la organización están funcionando perfectamente como combustible, y además, tengo más de 2 minutos de renta. 

Cambio de estrategia en el km28 al observar que voy perdiendo algo más de velocidad e intento marcar tiempos entre 9'20" y 9'30". En el km33 aparecen los problemas de verdad: una ligera molestia en el tendón de Aquiles de la pierna izquierda, la no operada. El dolor va a más, y a la altura del puente de Campanar, se hace insoportable. No puedo correr!! Intento trotar despacio, pero duele demasiado. ¿Qué pasa? Decido andar rápido. Molesta menos. Paso junto a Cadu, desgraciadamente sin "hacerlo tan fácil" como la primera vez que nos hemos visto por Blasco Ibáñez. Muscularmente estoy bien, pero esto es una lesión. Aprovecho un banquito para estirar fuerte. Me reincorporo a la carrera al trote 4' después de detener la marcha. Duele, pero apretando los dientes espero que algo se pueda hacer.

Ahora tomo referencias cada kilómetro, y el Timex muestra que el ritmo es de aproximadamente 6'/km. Quedan 8 kilómetros muy complicados por delante. No se hasta donde podrá aguantar la pierna. Los dos puntos de asistencia con Reflex se convierten en mis avituallamientos especiales. Estoy seguro que mi expresión es el reflejo del sufrimiento que estoy soportando, así que mis ojos solo miran el asfalto. ¡Ahí va! Sara ha tenido que saltar casi hasta la mitad de la calle para transmitirme fuerza con sus ánimos. ¡Gracias! A Mirna, que estaba justo a su lado, ni la he visto. 

Hago cálculos mentales y me alegra saber que aun con la lesión voy a poder cumplir el objetivo. Este año la rampa desde la calle Alcalde Reig hasta el río es menos pronunciada que en anteriores ediciones, cosa que agradezco porque hoy más que nunca, le tengo mucho respeto. Las mías no son zancadas, sino mucha frecuencia de pequeños pasos. Voy así desde hace bastantes minutos para minimizar la fase de vuelo y no sobrecargar más aun el tendón de Aquiles.

Como suele ser habitual, Ginvile se ha hecho hueco entre la multitud a 400m del final para darme el último empujón.  Entro en meta en 3h25'37" (4'53"/km). Empiezo a caminar. Voy cojo. No sé cómo he podido terminar la carrera, pero por suerte soy finisher de mi 21ª maratón.

Pensando posibles causas, puede que la razón principal haya sido no haber calculado bien el kilometraje de las zapatillas (sólo las he usado para competiciones, eso si, durante años) y la pérdida de amortiguación haya sido el motivo por el que ha venido la lesión. En fin. Es momento de ponerse en manos de la buena fisio que tengo en casa y aprender de los errores para seguir viviendo este tipo de aventuras cuando las condiciones sean más favorables.   

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