Después que en 2020 las restricciones Covid hicieran de la maratón de Valencia un evento exclusivo para los élite en su 40 aniversario, la ilusión es máxima para esta edición. Con la inercia de la maratón de Londres y un planning semanal con tres días de carrera a pie, dos sesiones de natación, dos de gimnasio y alguna salida con MTB, siento que he hecho los deberes bastante bien para intentar lograr un nuevo sub3h30'.
Al pasar el ecuador de la carrera, el rango de tiempo va acercándose cada vez más a 9'20", pero no hay nada de que preocuparse. La energía no decae más de lo esperado; el Powerade y los suplementos energéticos Enervit de la organización están funcionando perfectamente como combustible, y además, tengo más de 2 minutos de renta.
Cambio de estrategia en el km28 al observar que voy perdiendo algo más de velocidad e intento marcar tiempos entre 9'20" y 9'30". En el km33 aparecen los problemas de verdad: una ligera molestia en el tendón de Aquiles de la pierna izquierda, la no operada. El dolor va a más, y a la altura del puente de Campanar, se hace insoportable. No puedo correr!! Intento trotar despacio, pero duele demasiado. ¿Qué pasa? Decido andar rápido. Molesta menos. Paso junto a Cadu, desgraciadamente sin "hacerlo tan fácil" como la primera vez que nos hemos visto por Blasco Ibáñez. Muscularmente estoy bien, pero esto es una lesión. Aprovecho un banquito para estirar fuerte. Me reincorporo a la carrera al trote 4' después de detener la marcha. Duele, pero apretando los dientes espero que algo se pueda hacer.
Ahora tomo referencias cada kilómetro, y el Timex muestra que el ritmo es de aproximadamente 6'/km. Quedan 8 kilómetros muy complicados por delante. No se hasta donde podrá aguantar la pierna. Los dos puntos de asistencia con Reflex se convierten en mis avituallamientos especiales. Estoy seguro que mi expresión es el reflejo del sufrimiento que estoy soportando, así que mis ojos solo miran el asfalto. ¡Ahí va! Sara ha tenido que saltar casi hasta la mitad de la calle para transmitirme fuerza con sus ánimos. ¡Gracias! A Mirna, que estaba justo a su lado, ni la he visto.
Pensando posibles causas, puede que la razón principal haya sido no haber calculado bien el kilometraje de las zapatillas (sólo las he usado para competiciones, eso si, durante años) y la pérdida de amortiguación haya sido el motivo por el que ha venido la lesión. En fin. Es momento de ponerse en manos de la buena fisio que tengo en casa y aprender de los errores para seguir viviendo este tipo de aventuras cuando las condiciones sean más favorables.
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