
La previsión del tiempo no se equivocaba, y la mañana se presentaba sin viento, con calor desde primerísima hora y el mar..., bueno, luego hablo del estado del mar.

Después de la primera boya de giro, empieza a organizarse un gran grupo de aproximadamente 15 personas. Yo soy uno de ellos e intento encontrar mi sitio entre algún que otro golpe, caricias en los pies, una estela que me dejase agua limpia...
Llegamos al pantalán, que en el pasado servia para la carga en buques del mineral de hierro procedente de las minas de Ojos Negros, y que hoy se ha convertido en el icono de la travesía. Me siento tan cómodo en el grupo que cada cierto tiempo me puedo permitir alguna brazada de descanso. Llego incluso a pensar que si siguen a ese ritmo, llegado el momento iré hacia adelante yo solo. De momento prefiero ser conservador y aguantar un poco más, ya que puede que ni siquiera lleve más de 2 kilómetros completados.
Algunos minutos después, mientras me estaba recreando al ver las tolvas desde cerca, ya hacia el final del pantalán, en un abrir y cerrar de ojos, el grupo de repente se había estirado, el ritmo ya no era cómodo y la concentración pasaba a centrarse en resituarme de nuevo en la competición, a estar atento a los movimientos que se estaban produciendo a mi alrededor.
Giro de 180º al final del pantalán, e iniciamos el regreso hacia la playa desde el punto más alejado de la costa. Me está costando seguir al grupo con el que había compartido mi aventura casi desde el inicio. Me quiero resistir a perder los pies del nadador que cierra el grupo. Empiezo a hacer la goma. Aparecen elementos que me distorsionan la concentración y la capacidad de apretar los dientes en un momento que necesito estar fuerte mentalmente. No soy capaz de adaptarme al mar de fondo que agita los alrededores del pantalán. Doy dos inesperados e inoportunos tragos de agua que rompen por momentos mi frecuencia respiratoria. Mi cabeza se ha ido de la competición. Siento que la energía empieza a abandonarme. ¿Quizás no cené todo lo adecuadamente que hubiese debido? Se me está haciendo muy largo el pantalán por el lado de retorno. Ya no puedo aguantar más el ritmo del grupo y se me escapan. Dos nadadores más se descuelgan e intento, al menos, permanecer cerca de ellos.
Dejo atrás el pantalán, así como a los nadadores que se habían descolgado del grupo. Sin embargo, empieza un calvario que ya no terminaría hasta prácticamente el final, primero con el vaivén del mar de fondo que esta vez viene lateral y en diagonal, y cada vez más me va torturando la cabeza más y más, y fundamentalmente, con la imposibilidad de aguantar el crawl durante no más de 5 minutos seguidos y tener que recurrir a braza de recuperación entre intervalos. No puede ser un desvanecimiento tan grande y que todavía quede una playa y media para terminar. Algo no encaja.

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