domingo, 6 de diciembre de 2015

Dulce cura de humildad



Así puedo calificar mi undécima maratón. Cura de humildad, porque aun a sabiendas de no llevar un entrenamiento adecuado para ir a buscar mi marca deseada, he salido decidido a intentarlo por primera vez en mi vida, y como era de esperar, no lo he conseguido. Y dulce, porque a pesar de la falta de volumen de kilómetros que llevaba en las piernas y la cantidad de cosas que llevo entre manos últimamente, he hecho una buena marca y me quedo con la sensación de que cuando me encuentre más descargado de responsabilidades y cuente con el tiempo suficiente para entrenar como se debe, voy a estar en condiciones óptimas de afrontar un desafío que desde hoy he iniciado con el crono.


A Castellón llegaba con un montón de incógnitas sobre como afrontar la maratón. Del plan inicial de 10 semanas que suelo seguir cuando pretendo buscar marca personal, solo he completado la mitad del mismo, por falta de tiempo, por no tener la cabeza centrada al 100% en la preparación, por lesiones o por ocasiones en que a causa del sobreentrenamiento me he visto obligado a tener que hacer una pausa forzada durante algunos días. Pero no todo han sido sensaciones negativas, ya que durante este periodo de 10 semanas mi organismo ha respondido perfectamente en las salidas largas a un ritmo alto, he mejorado mi marca personal en 10km dentro de una media maratón, he conseguido adaptarme a las circunstancias y entrar en las tres semanas previas a la maratón con la motivación necesaria para afrontar un reto de estas características.


Y el 6 de Diciembre por fin ha llegado. Mi estrategia iba a ser intentar compensar con geles y chucherías energéticas la falta de kilómetros acumulados con que me presentaba a la línea de salida de mi segunda maratón de Castellón. La emoción es máxima, como siempre. Una maratón no es una simple carrera. Es una carrera legendaria, es mi distancia favorita, es una aventura hacia los límites fisiológicos de cada uno, y hoy, una vez más, los iba a poner a prueba.

Salgo más atrás de lo que me hubiera gustado. Me tengo que olvidar de aguantar el ritmo del práctico de las 3 horas, que va aproximadamente un minuto delante de mi, y hacer mi carrera prácticamente en solitario. Las referencias que voy tomando cada 2 kilómetros son muy buenas, demasiado buenas para estar en el principio de la prueba. Compenso los segundos perdidos cuesta arriba con los que gano cuesta abajo. km10, km15. Dejamos atrás la ciudad, el calor de los ánimos de los espectadores, y nos dirigimos al Grau. Se que este es el momento crítico, pero tengo que intentar no pensar demasiado en ello, distraer mis pensamientos y volver a entrar psicologicamente en la carrera cuando esté de vuelta en Castellón.

Paso la media maratón por debajo de 1h30'. Voy bien, pero tengo el cerebro demasiado condicionado en que estoy en el peor tramo de la carrera. Empiezo a perder segundos y la renta que llevaba acumulada se va agotando. En el km26 me quedo sin piernas para poder aguantar los 4'16''/km que llevaba de media hasta ese momento. Se que no voy a cumplir mi primer objetivo, pero estoy en números de poder cumplir el segundo: mejorar mi marca personal. Tan sólo tengo que moverme por debajo de 4'45''/km hasta el final, pero tras 4 km, me doy cuenta que tampoco soy capaz de llevar ese ritmo. Me encuentro en el km30, y aparece como un martillo que me golpea a cada zancada un tremendo dolor en la cintilla iliotibial. No me quedan isquiotibiales para alargar el paso y llevar más ritmo. Pero me queda una cabeza con experiencia que me va a ir marcando pequeños objetivos que poco a poco me van a ir acercando a la meta final. En el km36 se que tampoco voy a poder cumplir con mi segundo objetivo, así que para motivarme, improviso uno sobre la marcha: mejorar el tiempo de Varsovia.



Últimos metros. Estoy contento porque he conseguido terminar una vez más una maratón, porque he sabido encontrar un modo de automotivarme cuando peor lo estaba pasando, y especialmente, porque se que si hubiera sido más humilde, al menos el segundo de mis objetivos del día, el más realista, muy seguramente hubiera sido capaz de conseguirlo.

Con esta carrera, la tercera maratón del año, doy por finalizado deportivamente 2015, con la sensación de contar con un amplio margen de mejora de cara al futuro y de poder seguir soñando con las 2h59'59'', y con la satisfacción de haber contribuido a que se cumplieran los objetivos de buena parte de los compañeros de aventura que hace tres meses decidieron darle ese necesario toque de sana locura a su vida para, muchos de ellos, tomar parte por primera vez en una prueba tan exigente y gratificante como es la maratón.


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