lunes, 15 de julio de 2013

XVIII Travesía Tabarca - Santa Pola

2010 me llevó por primera vez a Santa Pola... En aquella ocasión logré superar un reto que se me venía resistiendo desde hacía mucho tiempo en una media maratón. Tres años y medio más tarde regresaba al mismo lugar con un nuevo sueño, un reto deportivo para el que me había estado preparando a conciencia desde el mismo día de la inscripción.


Después que el año pasado me quedara a las puertas en el sorteo para poder participar en la travesía Tabarca - Santa Pola, esta vez las circunstancias han querido que fuera uno de los casi 1200 participantes que hoy tomarían la salida en la única prueba acuática en España cuyo recorrido se traza desde una isla, la más grande de la Comunidad Valenciana y la única habitada con cerca de un centenar de habitantes, hasta la península

Al contrario que muchas de las aventuras deportivas que se pasan por mi cabeza y que decido un día hacer realidad, esta vez no iba a desafiar yo solo este reto, sino que iba a estar acompañado por un gran amigo y compañero de veranos en la Malvarrosa, y un antiguo compañero de academia y entrenamientos de mi etapa de proyecto de bombero. 

Nuestra travesía particular había empezado ayer a medianoche cuando partíamos en autobús hacia Santa Pola en una noche en que apenas dormimos algo. La falta de horas de sueño unos la superaban con un potente café a primera hora de la mañana, otros con la emoción de estar a pocos minutos de afrontar un nuevo desafío. El blanco de la barrera de crema solar antimedusas con la que nos habíamos embadurnado de pies a cabeza era nuestro color de guerra, los brazos, las armas para esta tremenda batalla que a las 7:30 daba comienzo con el bocinazo de salida y que hacía de los primeros cientos de metros un 'sálvese quien pueda' que a mi me ha dejado un ojo morado por un fuerte encontronazo con otro nadador.


Después del primer kilómetro la carrera ya empezaba a poner a cada uno en su sitio. Yo, sin referencias al no llevar el reloj conmigo, me movía por sensaciones y con la cabeza centrada en que para llegar decentemente hasta el final tenía que dosificarme, ya que aunque cada vez me siento mejor en el medio acuático, todavía no tengo la misma confianza para arriesgar en el agua como cuando tengo los pies en el suelo. De todas maneras, llevaba acumulados cerca de 200 kilómetros de entrenamientos repartidos entre la piscina y el mar desde que empecé a prepararme esta prueba, las sensaciones en esos cuatro meses eran cada vez mejores cuanto más entrenaba y más se acercaba el día de la travesía, y como no podía ser de otra manera cuando uno hace las cosas bien, ese buen feeling de los entrenamientos seguían acompañándome en los primeros kilómetros de la prueba.


El paso por el ecuador de la travesía permitía a los participantes hacer un pequeño alto en el camino para beber algo de agua, pero yo he decidido no detenerme ya que por una parte, ninguna de las veces que he ido a nadar durante mi preparación he tomado nada, y por otra parte, no quería romper un ritmo que en ese momento era muy bueno.

Con casi cinco kilómetros en los brazos las fuerzas han empezado a entrar en reserva, me he visto con ganas de llegar de cualquier manera y ese ansia no ha hecho otra cosa que hacerme perder mi ritmo de brazadas, desconcentrarme en la técnica de nado, y a la postre que se me estuviese atragantando la travesía durante algunos minutos. Por suerte, soy un deportista de fondo y se como superar ese tipo de sensaciones negativas que ya alguna otra vez había tenido, de modo que tan pronto como me he dado cuenta de la serie de errores en cadena que estaba cometiendo, he vuelto a concentrarme en lo que estaba haciendo, a sentir que con cada brazada iba avanzando metros, en la frecuencia de las respiraciones... Tanto me había vuelto a centrar en la prueba que cuando menos me he dado cuenta había una persona a mi lado... de pie!! Lo había vuelto a conseguir...

Con un tiempo final de 1h46'22'' pasaba por la línea de meta, casi un cuarto de hora por debajo de mis previsiones, con el objetivo superado de haber completado todo el recorrido a crawl sin utilizar la braza en ningún momento, sabiendo que había hecho algún metro de más al haber elegido el lado equivocado de boyas, pero, y esto es lo más importante, con un nuevo reto superado y un sueño más que veo como se cumple.

Sin descuidar la natación por su relación con mi trabajo, con esta travesía doy por terminada la temporada de retos acuáticos por este año para empezar a preparar mi siguiente reto maratoniano.

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