domingo, 25 de febrero de 2018

Sevilla tiene un color especial

Después de varios meses de pausa, de dejar aparcadas las competiciones deportivas para dedicarme a disfrutar del verano, comer bien y viajar, iniciaba la dura tarea de volver a estar al nivel optimo para desafiarme una vez más, y en esta ocasión el escenario escogido sería Sevilla y su recién galardonada maratón con la etiqueta de oro de la IAAF.


Hacía mucho tiempo que no preparaba una maratón a conciencia, ya que los dos últimos años había estado volcado con el triatlon de larga distancia. La puesta a punto me iba a tener entretenido unos meses, la motivación era máxima y mi cuerpo ya me pedía dosis de esfuerzo y adrenalina.

El entrenamiento que diseñé antes del planning específico era el aperitivo para el menú de 14 semanas con el que esperaba llegar a Sevilla con opciones de cumplir un sueño... Sin embargo, en la semana 2, una inoportuna lesión en los isquiotibiales de la pierna izquierda minaba mi moral, obligándome a hacer una pausa de casi un mes. Al poco de reincorporarme a los entrenamientos, un tremendo resfriado me dejaba fuera de combate una semana más. Aunque las últimas semanas me dejaron muy buenas sensaciones, sentía que la preparación había sido insuficiente para un objetivo tan exigente.

Tantas dudas tenía sobre cómo plantear la estrategia de carrera, que no fue hasta el día de antes a medianoche cuando tomé la decisión. Saldría a 4'25"/km, e intentaría hacer un progresivo hasta la meta, o hasta que las piernas aguantasen.


Son cerca de las 8:30h. La mañana es algo fría, el cielo está totalmente cubierto y parece que en cualquier momento va a empezar a llover. Me encuentro lejos del globo de las 3 horas, porque por mucho que ayer intenté explicarle al responsable de incidencias que mi objetivo era más exigente que mi actual marca, no me acreditó para entrar en el siguiente cajón. Me mentalizo en que si no es posible alcanzar el sueño hoy, el gran objetivo del día es mejorar la marca que en su día consiguiera en Castellón.

Salgo a 4'25"/km, según lo planificado. Tomo referencias cada dos kilómetros. Decido marcarme un rango de tiempos que me obligue a llevar un ritmo lo suficientemente vivo para estar en números buenos y, al mismo tiempo, que me permita un pequeño margen de error. Estoy muy concentrado en mi plan de carrera, la suplementación energética, la hidratación. Paso la media maratón en 1h31'49". Mantengo la cabeza fría. Queda todavía mucho por delante, la parte más dura, lo que marca la diferencia entre una maratón y cualquier otra carrera en ruta.

El día está aguantando nublado. El clima es ideal. El ritmo no decae. Sigo muy concentrado. Le doy una colleja al tío del mazo que está esperando víctimas en el km30 y le digo que hoy no me coge ni en patinete. La organización ha tenido el detalle y buen gusto de hacer entrar la maratón por la Plaza de España, sin duda, uno de esos lugares que por su belleza me vendrían a la cabeza sin pensarlo en una lista de mis lugares favoritos. Me siento con energía para subir un punto el ritmo. Dejo atrás a dos corredores con los que había compartido buena parte de la carrera y me lanzo en solitario a la aventura. Son cientos las personas que se acumulan a lo largo de la calle Trajano. El habitual espacio reservado para los tranvías, hoy se ha convertido en un estrecho pasillo de espectadores que con sus ánimos hacen menos duros estos últimos miles de metros. Mis sensaciones son fantásticas. Sigo como un tiro. He entrenado así, para estar fuerte al final, y en estos momentos estoy recogiendo los frutos de mi preparación.

Paso el km 41 y escucho una voz familiar... Rafa vamos!! Es Ginvile que me da el último empujón antes de entrar al estadio de la Cartuja. Después de atravesar el túnel de acceso, entro en contacto con la pista de atletismo y la emoción se apodera de mi. Quedan 300 metros para completar mi mejor registro en maratón. En décimas de segundo pasan por mi cabeza cientos de recuerdos, de la maratón, de los entrenamientos, de la lesión. Despierto en la recta de meta. La grada lateral está repleta de espectadores. Cruzo la meta con un tiempo de 3h02'06" (4'18"/km), mi nueva marca personal. Me vienen a la cabeza interrogantes como qué hubiese pasado de haber salido con los prácticos de las tres horas, o si debería haber subido un punto el ritmo a partir de la media maratón. Sacudo la cabeza y me digo que hoy era el día de quedarse a las puertas, de tener la confianza que es posible lograr el sueño, que está más cerca que nunca.

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